Dentro de la extensa variedad de uva que tenemos en la Península Ibérica, hay una uva tinta que destaca en España. Se trata de la uva cariñena, que obtiene su nombre de una pequeña localidad aragonesa, y que podemos encontrar en muchas de las botellas que hemos o vamos a paladear.
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Vinos con uva cariñena
Puede presentarse sola, en vinos monovarietales, y dar caldos jóvenes que pueden alcanzar una graduación consistente de hasta 13º. Con todo, su cultivo es excelente también para mezclar y, como resultado, obtener extraordinarios vinos varietales.
En este sentido, algunas de las mezclas más conocidas están relacionadas con la variedad garnacha que, junto con la variedad Syrah, se ha demostrado que producen vinos más suaves y con toques frutales. Algunos ejemplos son los famosos vinos de Costers del Segre, del Penedés o de la D.O. Calatayud.
Con los años se ha experimentado a cruzar la cariñena con otras variedades. Esos procesos han dado lugar a la uva ruby cabernet, tras su unión con la cabernet sauvingnon, o a la carnelian: cariñena, garnacha y cabernet sauvignon.
Por otro lado, existe, de manera residual, la uva cariñena blanca, que se encuentra en algunos puntos de Cataluña, aunque su uso está muy limitado para servir de mezcla con otras blancas como la macabea.
En otros puntos del planeta, esta uva recibe diferentes nombres, entre los que destacan: carignane, en inglés, carignan, en francés y carignano, en italiano.

Características de la uva cariñena
Se trata de una variedad de uva de maduración tardía, resistente a condiciones climatológicas adversas, y que alcanza su esplendor en tierras en donde predomine el calor. Es por eso que está presente en muchas zonas del Mediterráneo.
Por norma general se tiene que esperar a que la uva alcance su punto de maduración correcto para ser vendimiada. Pero lo que ocurre con la Cariñena, es que es extraordinario que alcance dicho punto así que el cuidado por parte del productor es relativamente menos complejo al no echarse a perder la cosecha.
En lo que sí ha de realizarse un esfuerzo extra es en la vendimia. Dado que la vid desarrolla pequeños racimos cerca del tallo, la recolección es recomendable realizarla de manera manual en vez de manera mecánica. Una cuestión laboriosa que, no en vano, merece la pena teniendo en cuenta el resultado final que nos da esta variedad de uva tinta.
La vid es resistente ante enfermedades como el mildiú y botritis, pero muy sensible al oídio o a la yesca.
En cuanto a los racimos son pedúnculos, de gran tamaño y compacto mientras que la baya es blanda
Su producción deja una gran cantidad de zumo de mosto, a diferencia de otras uvas a las que es más complicado extraerles jugo y de las que se necesitan una mayor cantidad de vides para obtener la misma cuantía. De acuerdo con los expertos, alrededor de 200 hectolitros son producidos con cada hectárea de cultivo.
Por otro lado, esta fruta tiene un elevado porcentaje de taninos, lo que le da acidez y como resultado produce vinos con cuerpo. En otras palabras: es ideal para la crianza – el envejecimiento del caldo –. Esta característica lo convierte en un vino idóneo para ser mezclado, ya que aporta color, sabor y acidez que no pueden otras cosechas.
La Vuelta al Mundo
A pesar de su humilde origen, la cariñena ha recorrido buena parte del planeta. Ha estado presente, y en mayoría frente a otras uvas, en sitios tan dispares como Argelia, Argentina, Chile, China, Francia, Israel, México o Sudáfrica. También es notoria su presencia en California (Estados Unidos).
Su exportación al continente americano se debe a las rutas establecidas por los españoles tras la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. Al país vecino se expandió por los Pirineos y estos, a su vez, la llevaron a Argelia, que era colonia francesa en los siglos XIX y XX.
Allí fue plantada por los franceses y gracias a las condiciones climatológicas locales adquiere el estado de maduración ideal para ser combinada. Estas combinaciones se elaboraban en Francia con otras uvas, que daban como resultado un vino muy sabroso y demandado.
Precisamente en tierras galas llegó a haber más de 150.000 hectáreas de esta vid a finales de los años 80, punto álgido de esta variedad. Lamentablemente, las políticas instauradas por la Unión Europea dieron prioridad a otras uvas como la garnacha y syrah en detrimento de la cariñena, lo que produjo que muchos viticultores optasen por arrancar las vides y empezar de cero con otra alternativa.
Familia española
La exportación e importación de diferentes uvas ha dado lugar a nuevas variedades, enriqueciendo así el sector vitivinícola. Sin embargo, la uva mazuelo no es una de ellas, ya que se trata de la misma que la cariñena, pero se denomina así en La Rioja. En Cataluña también está presente, pero con cambio de denominación: samsó.

Por otro lado, algunos estudios en el ADN de la uva han determinado que la variedad graciano, muy popular en zona de La Rioja, podría descender de la cariñena.
Hay quienes, por contra, defienden que ambas son el resultado de una mutación producida hace muchos siglos, concretamente tras la llegada de los fenicios a lo que es hoy terreno español. Ellos podrían haber exportado la vitis vinifera, la uva original, y haberla mezclado con otras cosechas que se encontraron al llegar.
Denominación de Origen Protegida
Cuando encontramos en una estantería, en una bodega o en un catálogo una botella con Denominación de Origen Protegida (DOP) Cariñena tenemos que tener claro que el vino procede de la zona del Campo de Cariñena. Esta DOP engloba 14 municipios aragoneses, incluido el que le da nombre. Pero eso no significa que el vino se haya elaborado con uva Cariñena en exclusiva. De hecho, más del 50% de la uva plantada es de la variedad garnacha.

Y es que dentro de las más de 15.000 hectáreas de viñedos que pueblan esta zona se encuentran muchas variedades de uva como tempranillo, syrah, merlot, cabernet sauvignon, la citada garnacha o la propia cariñena.
Si nos centramos en las uvas blancas, la producciones principales son de: garnacha blanca, macabeo, chardonnay o parellada.